top of page

EL GOAT Y OTRAS AVENTURAS – La Paciencia del Pescador

Dec 5, 2024

18 min read

13

452

0

En una vida pasada, mucho antes de saber que un día el triatlón sería parte de mi vida, tuve que viajar por primera vez de Nueva York a Buenos Aires para unas reuniones de una financiación para una empresa de fibra óptica. Era demasiado joven para que cualquier contribución profesional que yo pudiera hacer justificara el costo de llevarme dos días hasta Argentina, entonces la realidad es que yo iba como traductor y psicólogo, más que como abogado. Por un lado, mi supervisor encargado no hablaba ni una palabra de español y, por el otro, antes de abordar noté que a él los aviones le causaban una ansiedad particularmente marcada, especialmente ante la más mínima señal de turbulencia.


Para matar sus nervios, ese día pasó buena parte de las 10 horas de vuelo contándome sobre sus pasatiempos favoritos – la observación de aves (“bird watching”) y la pesca, y pidiendo cerveza a los auxiliares de vuelo para intentar relajarse. Naturalmente más de 5 horas escuchando un monólogo sobre pájaros, cada vez más tronado por el efecto de la cerveza, fueron más que suficientes para que yo considerara seriamente la idea de saltar de ese avión. Pero también recuerdo bien mi estupefacción al no lograr entender como alguien podía disfrutar en lo más mínimo de una actividad tan aburrida… Esta conversación ha revivido en mi memoria recientemente, en el contexto de las muchas horas de viaje que he acumulado durante este año, para recordarme la principal lección de esta temporada: la paciencia da sus frutos.


Cardenal Amarillo

Así como alguien puede sentir un agrado eufórico cuando un Cardenal Amarillo (una de las aves más buscadas en Argentina) se digna a aparecer en una rama, o cuando un pez poco común decide finalmente morder un anzuelo, para mí la parte más satisfactoria del triatlón, y del deporte en general, es ver cómo años de constancia y disciplina se pueden transformar en retos, los retos en resultados, y los resultados en recuerdos inolvidables. En The Nariño Challenge 2024: El Trillado Iceberg quise dejar un recuento sobre una competencia. Aquí me gustaría documentar mis reflexiones sobre el año 2024 y sus principales lecciones, resumidas en una palabra: la paciencia.


Al final todos perseguimos a un Cardenal Amarillo.


El “Por Qué”


Como usuario de redes sociales y consumidor de contenido, siempre he sentido cierta inseguridad al pensar que las razones que a mí me motivan a entrenar cada mañana no son tan valederas como las razones de otros.


Tengo claro que mi dedicación al deporte no se debe a un interés en perseguir la salud física o mental, y tampoco me preocupa mucho si otros consideran balanceado entrenar más de 20 horas semanales, semana tras semana, además de tener un trabajo de tiempo completo. Como a muchos, me gusta rodearme de personas activas y no me molesta crear amistades con personas con intereses en común, pero mi enfoque no ha sido el ámbito social. Por suerte mi vida nunca ha estado en peligro, ni he enfrentado adversidades graves que me hayan motivado más que a otros a perseguir este tipo de retos. No vivo del deporte, en el que nunca voy a estar ni remotamente cerca de ganar más de lo que gasto, y por más que constantemente me repita que no pasa nada si un día quiero dormir hasta tarde, o priorizar otras actividades, o tomar una pausa de los rígidos regímenes alimenticios que le impongo a mi cuerpo, casi nunca salto ni una sola sesión de entrenamiento y, cuando lo hago, jamás tardo más de un día o dos en volver a retomar el hilo.


Entonces la pregunta es “¿por qué?”. Si a pesar de que parezca impensable, la práctica del deporte no es lo único a lo cual dedico mi atención. Quiero pensar que no es por vanidad o narcisismo, ni por un trauma psicológico no tratado, y la verdad es que tampoco puedo gritar a todos los aires que nadar, montar en bicicleta y correr sean las tres cosas que más me gusta hacer en la vida. Mis motivaciones son simplemente que no sé hacerlo de otra manera, que nunca me he sentido ni cerca de estar saturado mentalmente, y que lo que realmente disfruto es hacer todo lo que esté a mi alcance y más para perfeccionar a un extremo que muchos considerarían obsesivo cualquier actividad a la que decida dedicarme en cada momento. Hoy, dicha actividad es el triatlón. Eso es todo.


Por eso, en el tema del proceso y de la paciencia, el objeto de estas líneas es sólo resumir lo que hice este año para seguir mejorando y preparar de la mejor manera posible mi prueba reina del 2024 – Ironman 70.3 Cartagena 2024 (IM70.3 Cartagena).


De Girardot a Cartagena – Como si no hubiera un mañana


Desde mi adolescencia, cuando la práctica del tenis me causaba un estrés existencial constante, ni el deporte ni la competencia me han causado emociones que verdaderamente trasciendan en otras partes de mi vida. Sin embargo, si alguna vez sentí indicios de tristeza, rabia y depresión, fue justamente hace un año cuando regresaba de Cartagena después de tirar la toalla en el km 5 de la carrera a pie, cuando me sentí totalmente descompuesto por las condiciones de carrera en IM70.3 Cartagena 2023.


Como los recuerdos se nublan con el paso del tiempo, a veces ayuda leer recuentos como este (Publicación IM70.3 Cartagena 2023) para revivir lo que sentimos en ese momento y luego reflexionar con cabeza fría.    


Ironman 70.3 Cartagena 2023

Un año después, esta reflexión me lleva a concluir que el objetivo de un día ganar la clasificación general de Ironman 70.3 Cartagena me llevó en 2023 a entrenar más de lo debido, y a causar una fractura por estrés en mi fémur izquierdo que solo se recuperó después de 3 meses sin correr. Entre la incertidumbre de haberle causado un daño grave a mi cuerpo y la vergüenza por haberme creado expectativas de ganar una competencia en la que, saludable o no, no tenía posibilidades reales de ganar, hoy puedo concluir que mis grandes objetivos para el año 2024, que hoy me enorgullecen, nacieron de un momento de negatividad.


¿Cuáles eran esos objetivos? Desde hace ya un tiempo, me ha causado inseguridad el sentir que siempre he estado lejos de encontrar mi mejor rendimiento cuando compito en Colombia. Afuera sí, pero no en Colombia. Por esa razón, a finales de 2023 me propuse obstinadamente que haría 3 competencias en Colombia en 2024 – Nariño Challenge – TNC (junio), Media Maratón de Bogotá – mmB (julio) y IM70.3 Cartagena (diciembre), y que esas serían mis mejores carreras en todo el año.


Media Maratón de Bogotá


De TNC ya hablé extensamente en otra edición de este blog, y de la mmB no recuerdo mucho más tener el cerebro completamente nublado por la falta de oxígeno cuando la subida de la Calle 26 se había convertido en un camino interminable al cielo. No tuve mi mejor desempeño en esa carrera, y de hecho es con bastante diferencia el tiempo más lento que he registrado en una media maratón. Aunque disfruté mucho de ese viaje a Bogotá y me encantó haber participado, también me arrepiento de haberme impuesto metas inalcanzables y así impedir que pudiera disfrutar de cada paso todo lo que se hubiera podido.


Después de registrar un tiempo de 1:10:36 en la media maratón de Brooklyn en mayo de 2024, mi mejor marca en media maratón a la fecha, no disfruté de ese logro lo suficiente por solo centrarme en que había que correr por debajo 70 minutos en la mmB. Al registrar un tiempo de 1:17:17 en la Media Maratón de Bogotá, después de haber aterrizado en Bogotá menos de 24 horas antes de largar, no disfruté lo suficiente de haber participado en una carrera que quería hacer desde niño por enfocarme únicamente en haber corrido más de 7 minutos por debajo de lo que me había propuesto.


Haber vivido como expatriado más de la mitad de mi vida hace que me cueste sin explicación aceptar que, aunque siga considerando a Bogotá mi hogar, mi hábitat desde hace mucho está en Nueva York. Por eso es allí donde puedo lograr mi mejor desempeño, no en Bogotá donde los 2.600mts me golpean como a cualquier otra persona.

 

Media Maratón de Bogotá 2024 – 28 de julio de 2024

Media Maratón de Brooklyn 2024 - 18 de mayo de 2024


Competencias y Viajes en Exceso


Después de la media maratón de Bogotá encontré el mejor estado de forma que tuve en todo el año, y me dediqué a explotarlo como si mi cuerpo no tuviera límites. Me inscribí a carreras casi todas las semanas, y no pasé casi ningún fin de semana en casa. Estas competencias además estaban desenfocadas. Son muchas para narrarlas todas, pero revisando calendarios para escribir esto vi que en un plazo de unas pocas semanas hice una carrera a pie de 5K (NYRR Percy Sutton 5K), una triatlón en relevos en la que fui el nadador y el corredor  (Ironman 70.3 Musselman), los Campeonatos Estatales de Contrarreloj Individual del Estado de Nueva York, y las etapas 1 y 2 de la competencia de ciclismo más grande del este de Estados Unidos (Green Mountain Stage Race).


Justo en medio de todo esto, cuando más me hubiera beneficiado de pasar unos días en casa y cocinando mis propias comidas, tuve una oportunidad de aquellas que se presentan muy rara vez. Los pocos que siguen mis actividades deportivas saben que la herramienta en la que publico la mayoría de mis actividades no es Instagram sino Strava, plataforma en la que subo prácticamente todo lo que hago. No publico por vanidad o por compararme con otros, sino porque encuentro de esta una herramienta verdaderamente útil para monitorear mis cargas de entrenamiento, el desgaste de mis implementos y las rutas que sigo para entrenar. Con el tiempo y sin ninguna razón particular, me he acostumbrado a que esas publicaciones sean visibles a cualquiera que quiera verlas, aunque perfectamente podría mantenerlas privadas como hacen muchas otras personas.


Resulta que una de esas personas cercanas, a quien yo mismo motivé a usar Strava, se inscribió a uno de los retos promocionales que distintas marcas suben a esta plataforma para promocionar sus productos. Ese reto en particular, organizado por una colaboración entre la marca de audífonos Shokz y la marca de ropa Ryzon, premiaba al ganador de una rifa entre miles de usuarios en varios continentes con un viaje a Colonia, Alemania, para conocer al mejor triatleta de todos los tiempos – nadie más que el GOAT que le dio el nombre a esta historia, Jan Frodeno. Mi amigo simplemente se despertó una mañana y vio en su correo electrónico un mensaje de un empleado de Shokz indicándole que había ganado la rifa y preguntando si podía viajar de Nueva York a Colonia para un evento que estaba agendado en una fecha y hora fijas, a principios de septiembre, menos de 10 días después. Sabiendo que él no podría viajar para esto, por más que gran parte de los costos estuvieran financiados por las marcas patrocinadoras, y que además nunca había escuchado hablar de Jan Frodeno, me contactó esa misma mañana para preguntarme si yo quería ir. Antes de pensarlo bien y 100% convencido de que no aceptarían cederme el premio de una rifa para la cual yo ni siquiera estaba inscrito, le dije que sí, y pocas horas después recibí otro mensaje felicitándome por “ganar” y dándome instrucciones para formalizar el premio.


Así, en el momento más inesperado, me dediqué a organizar un viaje de último minuto hasta Alemania sin estar convencido de que todo esto no fuera simplemente una estafa – si bien los viáticos estaban financiados, había que sufragarlos y luego pedir un reembolso. Muy pocos días después ya tenía vuelos, hoteles, y además había agendado citas en un túnel de viento cerca de Múnich, un aero bike fit en Colonia, un análisis de brazada en el Centro Nacional de Natación de Países Bajos, en Eindhoven, y una cita con una empresa de producción extensiones aerodinámicas para bicicletas de triatlón impresas en 3D a medida. Por suerte las circunstancias no permitieron que pudiera ir al túnel de viento o mandar hacer las extensiones, ya que todo esto era una verdadera locura por muchas razones incluyendo un costo desmedido.


Sin embargo, sí pude hacer el bike fit con una persona cuyos principales clientes son los mejores triatletas y ciclistas del mundo, pude hacer el análisis de mi brazada con un experto que seguramente no había visto a una persona nadar tan despacio en mucho tiempo, y pude participar en el evento con Jan Frodeno ya que, aunque parezca mentira, el evento y el patrocinio de los gastos relacionados eran reales.

 

"Pretend Pro" en Alemania y Países Bajos

Ironman 70.3 Cozumel

El Pavé de Thorn, Países Bajos

Aunque por esos días sentí que mi cuerpo era inmune a la fatiga, lo que finalmente me pasó factura no fueron los kilómetros recorridos dando brazadas o pedaleando, sino los que se recorrieron en transporte de un lugar a otro, cambiando zonas horarias y comidas, así como las horas constantemente empacando y desempacando. Pues así, pocos días después de haberme dado una paliza monumental de casi 170kms para conocer las icónicas rutas empedradas de los clasicómanos en Flanders, entre Países Bajos, Bélgica y Alemania, estaba yo en la autopista entre Playa del Carmen y Tulum, México, ensayando mis mejoras aerodinámicas en vísperas de Ironman 70.3 Cozumel, una carrera que había incluido en el calendario para usarla como preparación para Cartagena.


A estas alturas, no debería sorprenderle a nadie que esta carrera no salió bien. Marqué el mejor tiempo en natación que he registrado en una 70.3 – 28:11 – y a pesar de que luego descubrí que las boyas simplemente estaban mal puestas y daban menos distancia, tuve que haber nadado muy bien porque salí muy adelante a la primera transición. Al ver que mi tiempo en natación había sido rápido y en una ambición desmedida por perseguir la marca de las 4 horas en distancia 70.3, me olvidé por completo del plan de carrera, de guardar energías para correr, e incluso de beber agua para hidratarme. Simplemente me dediqué a explotar sin medidas el hecho de que ese día los vatios me estaban saliendo más fácilmente de lo acostumbrado, y no estaba prestando atención a que mi corazón también estaba latiendo inusualmente rápido.


Ironman 70.3 Cozumel (22 de septiembre de 2024)

Cómo es bastante típico en estas carreras, especialmente en lugares tan cálidos y húmedos como Cozumel, los errores que se cometen en la bicicleta se pagan corriendo. Ya incluso en los últimos 10kms de ciclismo, mi cuerpo empezó a dar señales que debieron presagiar un final desafortunado, cuando las sensaciones que hasta ese momento habían hecho que todo se sintiera fácil simplemente dejaron de ser tan buenas. Al bajarme de la bicicleta, mi cuerpo tuvo gasolina para 10kms, en los que creí que podría ganar la clasificación general de grupos por edad. Poco después, el deseo de ganar se transformó en el de terminar con esa pesadilla, y ese deseo a su vez en el de no terminar inconsciente en una camilla.  Entonces reventé, a 4 kms de la meta, cuando no pude dar un paso más y tuve que colgar nuevamente la toalla, sucumbiendo ante el calor. Esta era la 3ra de 5 carreras en calor en la que no lograba terminar…


Llega el otoño a Nueva York


Regresando de Cozumel a finales de septiembre, empezó a terminar también el glorioso verano, y con la despedida de los días de calor se empezó a ir la sensación imbatibilidad que había sentido desde hacía meses. Aunque creo que mi implosión en Cozumel no tuvo el mismo impacto psicológico que otras veces, a esas alturas del año ya no era tan fácil levantarse cada mañana a entrenar y en varios casos empecé a sentir que el rigor del día a día empezaba a aplastarme.


Si bien las señales de fatiga eran notorias, cuando subía de peso sin explicación y por una razón o por otra no podía completar mis entrenamientos de la semana, mi mente seguía enforcada, sin nunca considerar una pausa, en las muchas carreras que me faltaban todavía. En mi imaginación, todavía era posible encontrar mi máximo pico de rendimiento a fin de año, en Cartagena, por más que a veces no sabía cómo podría aguantar semejante carga por varios meses más. Me estaba fundiendo.


media maratón de Staten Island - 13 de octubre de 2024

En medio de todo esto, cuando lo recomendable hubiera sido modificar el calendario para dejar ahí el año 2024 antes de que pasara algo grave, llegó la mañana de competir otra vez, ahora en la media maratón de Staten Island. No tenía ni la más remota idea de por qué me había inscrito a esto a último minuto, y la verdadera razón fue que simplemente lo hice por recibir un par de zapatos “gratis”. Pues como miembro del equipo élite del Brooklyn Track Club (BKTC) de Nueva York, tenemos que completar al menos 5 carreras organizadas por New York Road Runners (NYRR) para sumar puntos para la competencia anual por equipos a cambio de una serie de beneficios, incluyendo un par de zapatos Nike (de los más caros que produce la marca).


No solo tenía que correr, sino que tenía que correr por debajo de 74 minutos, y bien sabía que desde hacía meses correr más de 3 o 4 kilómetros a ese ritmo se sentía imposible. Con todo y eso, sin muchas ganas ni buenas sensaciones, y sin una preparación específica, me paré en la línea de partida y empecé a correr. Perplejo con un desempeño inexplicablemente bueno, crucé la meta en 1:12:16, en posición 20 de la clasificación general y más de 5 minutos más rápido que lo que logré unos meses atrás en Bogotá. Como hubiera querido intercambiar esos dos resultados.


Ese resultado me dio el ímpetu para enfrentarme con ganas a los dos últimos retos del año, que sin duda serían los más duros – la maratón de Nueva York (NYCM) y IM70.3 Cartagena. Durante las tres semanas entre la media maratón de Staten Island y la maratón de Nueva York, me dediqué a entrenar durísimo para triatlón, sin hacer mayores entrenamientos específicos para una carrera a pie de larga distancia, como si fuera poca cosa que hasta ese momento jamás había corrido 42kms en un solo día. Los llamados a tierra llegaron. Mi entrenador, el profe Andrés Castillo, me dijo que le preocupaba mucho que hiciera NYCM porque era menos de un mes antes de IM70.3 Cartagena, y Strava me decía que mis compañeros del BKTC estaban haciendo una preparación impresionante en equipo para la maratón.


A pesar de estas alarmas, y con una confianza que muchos definirían más bien como arrogancia, los destellos de humildad que inicialmente me habían convencido de perseguir el reto de disfrutar de la maratón y de los miles de fanáticos que ocuparían cada cuadra del recorrido por los cinco condados de la ciudad, pronto se convirtieron en la absurda meta de bajar de 2:30:00 en debut.


Al profe Andrés le dije sin pensarlo mucho que me sentía muy bien y que no quería dejar pasar la oportunidad de hacer un buen tiempo en NYCM sólo para proteger mis posibilidades en IM70.3 Cartagena – al final del día, podía llegar a Cartagena y pincharme en el km 2.


“Bueno, y que tiempo quiere hacer en NYCM”, preguntó el profe Andrés.


“Me la voy a jugar y voy a salir a hacer la primera media en menos de 1:15:00 para luego intentar aguantar” respondió el alumno. “Un grupo de mis compañeros de equipo van a buscar terminar en menos de 2:30:00”.


“¿Y usted está en el mismo nivel que ellos?”


A lo que el pupilo solo respondió, “ya veremos”.


Estos eran los mismos compañeros de equipo que habían enfilado su enfoque en hacer la mejor preparación para NYCM posible, y que llevaban años únicamente dedicados a hacer maratones, mientras yo había salido de una crisis de energía para hacer entrenamientos de triatlón en preparación a mi primera maratón.


Llegó el día de carrera y cometí aún más errores. Empezamos a correr e ignoré la voz que me hablaba para decirme que confiara en la experiencia de mis compañeros de equipo y siguiera su ritmo. Kilómetro a kilómetro durante los primeros dos tercios, yo los estaba dejando atrás. Crucé la primera mitad cerca de medio minuto más rápido de lo planeado – cerca de 1:14:30, pero pensando que sabría sufrir en la última parte para lograr mantener el ritmo. Como muchos otros maratonistas, yo también empecé a sufrir sobre el km 25, y después del 30 ya no pude mantener el brutal paso que había mantenido hasta ese momento – aproximadamente 3:29 por km. El dicho de que las maratones comienzan en el km 30 no es sacado de un sombrero.


Por suerte no exploté completamente, aunque todos mis compañeros de equipo, y muchos otros corredores, me pasaron en los últimos 5 kms. Yo luchaba por no dejarme caer y, como era obvio, ellos simplemente habían corrido más inteligentemente porque tenían más experiencia y se habían preparado mejor. Sin embargo, con todos estos errores, crucé la meta en 2:32:59, sin haber logrado el inalcanzable objetivo de los 2:30:00, pero sabiendo que había hecho la mejor carrera de mi vida hasta ese momento (TCS New York City Marathon 2024). Cameron Wurf no fue uno de los que me alcanzó :-) 


Maratón de Nueva York - 3 de noviembre de 2024


La Preparación para Cartagena: T – 4 Semanas


En las temporadas 2022 y 2023, las semanas entre NYCM y Cartagena me habían parecido las más duras de todo el año. En 2022, me motivó la novedad de competir en Colombia por primera vez, pero en 2023, entre la presión y el cansancio, padecí bastante del último ciclo de entrenamiento del año. El cambio de clima juega uno de los factores más relevantes, pero los que vivimos en lugares estacionales sabemos que el paso de una estación a otra lleva consigo mucho más que una variación en la temperatura. Como algunos, considero que el primer domingo de noviembre, día en el que la Ciudad de Nueva York se pone de fiesta todos los años para su maratón, es el mejor día de todo el año en la ciudad. Esta es además la culminación de la temporada para muchos de mis amigos, quienes dedican su atención a preparar esa carrera, pero no ven la hora de colgar los guayos por la temporada justo después de cruzar la meta. El primer domingo de noviembre también es el día en que se devuelven los relojes una hora, dando inicio oficial a un largo invierno, y el noreste de EE.UU. queda a la misma hora que Bogotá. Eso implica que siempre está oscuro, ya que amanece cerca de las 7am y oscurece poco después de las 4pm. Naturalmente, los que seguimos entrenando por esa época recordamos con nostalgia los días de verano, cuando siempre hay luz y buen clima para salir.


En ese contexto, año tras año, mientras las temperaturas caen y los días se acortan, se da mi preparación para enfrentar el brutal calor de la Heroica el primer domingo de diciembre. Este año decidí cambiar el esquema de preparación. En los últimos dos años había dedicado mis energías a entrenar lo más duro posible en preparación a Cartagena, y a rezar para que llegar una semana antes fuera suficiente para dominar el calor. El resultado es que había llegado a Cartagena sobrecargado, y sintiendo que la semana de adaptación a calor sólo había sido suficiente para que se notaran aún más los síntomas de fatiga. Por eso, este año encontré motivación en un lugar genuinamente desagradable. En vez de esperar a llegar a Cartagena para iniciar mi adaptación a calor, aproveché la semana de recuperación de NYCM, para empezar a entrenar 100% en simulador y trotadora en las condiciones más horrorosas que uno pueda imaginarse. Compré un sensor de calor de Core Body Temperature, y empecé a seguir el protocolo de adaptación a calor que publicó el mismísimo Olav Bu – entrenador de Kristian Blummenfelt y Gustav Iden – en la página web de esta compañía. El protocolo consistía en subir la temperatura de la calefacción, apagar los ventiladores, y usar ropa térmica de invierno para entrenar bajo techo. Al principio, se manejan cargas bastante bajas (es decir, se entrena con menos intensidad de lo usual) pero la idea es pasar entre 30 y 100 minutos en cada sesión con una temperatura corporal bastante alta – la llamada zona 3 de temperatura. Por más calor que haga, mi cuerpo como el de la mayoría tarda entre 25 y 40 minutos en llegar a dicha zona 3, y una vez se alcanza se empiezan a hacer adaptaciones activas para que la temperatura corporal se mantenga en zona 3 en vez de elevarse a zona 4, que ya es una temperatura peligrosa que no estimula adaptaciones a calor, sino que lo puede mandar a uno al hospital. Las adaptaciones activas consisten en quitarse un atuendo, encender un ventilador por unos minutos o echarse agua fría. Es ideal si las técnicas de refrigeración que se utilizan se parecen a las que uno puede aplicar en competencia – ¡ojalá existiera la opción de apagar la calefacción en Cartagena! Sesión tras sesión, se busca subir gradualmente la carga de entrenamiento para empezar a acercarse a los mismos ritmos que se lograrían en condiciones normales, sin ese calor asfixiante. Seguir este protocolo estructurado me llevó a esperar con ansias la llegada de la mañana siguiente para entrenar en condiciones objetivamente muy duras, sólo para ver si mi experimento con calor daba resultados este año.


No me detuve ahí. Pocos días después de haber comenzado con el protocolo de calor, decidí que podía hacer aún más para prepararme. Entonces transformé a mi cuerpo en un verdadero ratón de laboratorio, en el que medía con un metodismo casi clínico mis tasas de sudoración, los gramos y miligramos de carbohidratos, sodio y cafeína consumidos, y cada litro de agua en mis caramañolas. Quizás la única manera de hacer un entrenamiento en simulador y con calor extremo aún más miserable, es gastando horas y horas pesando botellas, anotando datos, trapeando litros de sudor, lavando ropa y digiriendo información antes y después de cada entrenamiento, día tras día. Y lo único que hacía que todo este protocolo, en el que me consumí por semanas con una locura obsesiva digna de un Buendía (en el tema de Cartagena), fuera aún más solitario era saber que nadie en el mundo tendría la paciencia de escuchar con interés los resultados de mis experimentos diarios. Intentar compartir mis hallazgos con cualquiera sería infinitamente más aburrido que escuchar un monólogo de 5 horas sobre especies de aves casi extintas y tipos de anzuelos.

 


Adaptación a Calor en las Semanas Previas a Ironman 70.3 Cartagena


Ironman 70.3 Cartagena


Después de todo esto, habiendo hecho todo lo que estaba a mi alcance y más para preparar esta carrera, llegué yo a la línea de meta con la curiosidad de ver si las variables que se habían contemplado en mis gráficos de Excel funcionaban en el mundo real. No voy a narrar los pormenores de cada momento. Esto ya está bastante largo. En un abrir y cerrar de ojos, el día llegó y se fue. Terminé tercero, y aunque no pude cumplir esta vez mi sueño de ganar, espero volver más fuerte y maduro para intentarlo una vez más. La paciencia y constancia me traerán mi turno. Por ahora, si bien ya pienso en los retos de 2025, también quiero parar un momento para a agradecerle a quienes me quieren y apoyan (todas aquellas personas que saben quiénes son por más que no sean mencionadas por su nombre) y enorgullecerme por haber hecho todo lo posible por perseguir mi Cardenal Amarillo.


¡Nos vemos en 2025!




[1] GOAT: Greatest of all time (El/La mejor de la historia).


Créditos de Fotografía y Video:

@Monica María Espitia

@Felipe Luna

@Andrés Mesa

Dec 5, 2024

18 min read

13

452

0

Related Posts

Comments

Share Your ThoughtsBe the first to write a comment.
bottom of page